lunes, 7 de noviembre de 2016

En caso de que viaje a Bruselas y se quiera enamorar o subir unos kilos de más.


Bruselas, Bélgica: capital de Europa y sede de la Unión Europea, la capital más cosmopolita del continente, después de Berlín obviamente, y para los belgas capitalinos soñadores, la ciudad que en 10 años va a superar a New York como la ciudad más “internacional del mundo”.

Después de los pasados atentados al aeropuerto y al parlamento europeo, ahora la ciudad aparece en las listas de turismo internacional como una ciudad peligrosa, incluso por encima de algunas capitales latinoamericanas, el chiste se cuenta por sí solo, dicha categorización está fuera de contexto, pues la capital belga es un lugar encantador donde la tranquilidad es parte del día a día.

Debido a la reducción de visitas a Bruselas luego de los atentados, las aerolíneas se han visto en la obligación de bajar los precios de los tiquetes, por tan solo 5€ trayecto, volé de Berlín a Bruselas, una ridícula suma de 10€ en total, por un boleto en avión ida y regreso. El tiquete aéreo, fue la parte más económica del viaje, Bruselas es una capital y por lo tanto no es económica, pero desde que se sepa gastar el dinero, cada euro es una inversión en dicha ciudad, sobre todo si de comida y bebida se trata, he allí donde me enamore de Bruselas, con razón el viejo refrán dice: “al hombre se le conquista por el estómago”.

Dinero en comida, es siempre una parte importante de mi presupuesto, excepto en París, allá lo único que pude pagar era el combo más barato de Mc. Donald’s, pero en Bruselas la situación es diferente, quizás por haber sido en el pasado una nación de territorios divididos entre Holanda, Francia y Alemania, la hibridación allí producida es el atractivo principal del país. Por un lado conservan la elegancia de los franceses, los cafés al estilo parisino con una variedad de macarons, están en cada esquina, por otro lado, conservan la informalidad de los alemanes, y los bares tipo Berlín, con cerveza hecha en el sótano, se encuentran por doquier, la arquitectura Holandesa de edificaciones alargadas y cúpulas con puntas cuadradas está a lo largo y ancho de toda la ciudad, la combinación de estas 3 culturas dio origen a interesantes platillos al interior de la cocina belga.

En caso de que viaje a Bruselas, es sumamente importante saber que las papas fritas no son francesas, son belgas y por nada del mundo las vaya a ordenar como “papas a la francesa”, pues se hará ganador de una lección de historia en medio de la línea del restaurante; las propias papas fritas, las belgas, las originales, tienen una receta muchos más compleja que solo picarlas y fritarlas, deben ser en primera instancia horneadas y luego deben ser fritas entre 3 y 5 aceites diferentes, de los cuales uno proviene de grasa de vaca, cerdo, el típico de canola y sabrá Dios de donde vienen los otros, las salsas para acompañar no son el corriente kétchup y la mayonesa, son salsas provenientes de recetas belgas pasadas de generación en generación.

Las papas fritas no son la única opción de comida callejera, la icónica “metralleta” es algo así como la versión belga de los famosos perros calientes de la Avenida 30 de Agosto en Pereira, se compone de: pan francés, trozos de carne frita, vegetales tales como lechuga, tomate, cebolla, pimentón, aceitunas, papas fritas y las salsas de receta tradicional para acompañar; después de un esfuerzo sobre humano para poder cerrar este “pequeño bocadillo”, comerlo no es un acto muy glamuroso, pero como decían en Roma: “mamma mia!”, combinación de sabores celestial que le otorga a la metralleta un puesto en el top 10 de mis comidas callejeras favoritas.

Si de dulce se trata, los waffles son otro de los símbolos nacionales de la comida belga, pero cuidado, no se deje confundir con las versiones turísticas vendidas cerca de La Grand Place, versiones extravagantes llenas de nutella, crema batida, chispas de chocolate, salsas de fresa, vainilla, etc, las cuales deben agregarle para cubrir el pobre sabor de un waffle mal hecho, lastimosamente esto solo lo descubrí en mi segundo viaje a Bruselas; el auténtico waffle belga, es aquel sin nada extra encima, simplemente después de estar listo se pone de nuevo en la wafflera con azúcar morena hasta el punto de estar caramelizado, dichos waffles auténticos son vendidos en Mont des Arts, por el señor simpático en la minivan amarrilla.

En cervezas, Bélgica tiene una gran influencia por parte de Alemania, de hecho su industria cervecera es más grande en comparación a la Alemana, pero al no contar con eventos mundialmente famosos como el “Oktoberfest”, no se ha popularizado tanto a nivel internacional, poco a poco ha estado tomando fuerza con eventos como el Festival Belga Internacional de Cerveza, el cual visité durante una de mis visitas a Bruselas y fue una buena oportunidad para probar la variedad de esta bebida. El tour de la cerveza es una buena opción para pasar la tarde, consta de visitas por los bares más populares de Bruselas, en los cuales se prueban diferentes cervezas mientras se aprende sobre la historia y maneras de producción de la misma.

En caso de que viaje a Bruselas y quiera engordar, tenga en cuenta estos consejos, si es hombre, esta ciudad lo va a enamorar, si es mujer quizás regresará con algo de remordimientos al haber ganado unos kilos de más, pero de que hombres, mujeres, adultos y niños, pueden disfrutar bastante de una visita a la capital de Europa es un argumento que no da pie a contradicciones. 

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